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Marco Aurelio (emperador romano)

Marco Aurelio fue el último gran representante del estoicismo, escuela filosófica fundada en la antigua Grecia en el siglo IV a. de J.C. El estoicismo llegó a ser en Roma la filosofía de la aristocracia pensante y, particularmente, la de la oposición al despotismo. Subiendo al trono con Nerva, fue la religión imperial hasta la muerte de Marco Aurelio. Dueños del Imperio, los estoicos lo reformaron y presidieron los más bellos años de la historia de la humanidad.

Marco Aurelio nació en Roma el 26 de abril del año 121, fue nombrado Emperador en 161 a la muerte de Antonino Pío, y murió el 17 de marzo de 180, durante una campaña militar contra los germanos. Sus meditaciones, divididas en doce libros bajo el título general de “A mí mismo” fueron escritas en griego y no se publicaron hasta el año 1558.

Marco Aurelio es quizás la más hermosa figura de la historia. Uno de esos hitos consoladores e inspiradores que se alzan perennemente ante nosotros para recordar a nuestra especia humana endeble y tan fácilmente desalentada a qué alturas se elevaron una vez la bondad y la constancia y pueden elevarse de nuevo. Lo que da un acento particular a la moral de Marco Aurelio es su emoción humana. Las máximas de Séneca son estimulantes para la inteligencia, pero las de Marco Aurelio van derechamente al alma.

Hemos seleccionado las siguientes máximas o aforismos escritos por Marco Aurelio, que esperamos sean del gusto de nuestros socios y amigos y les hagan pensar cómo fue la personalidad de su autor:

-    En todo momento, en toda ocasión, piensa en conducirte como un verdadero romano, como un hombre digno del nombre de tal, sin negligencia, sin afectación de gravedad, con amor, con libertad, con justicia. Haz lo posible por dar de lado toda otra idea: lo lograrás si haces cada una de tus acciones como si debiese ser la última de tu vida, sin pausa, sin pasión que te impida dar oídos a la razón, sin hipocresía, sin vanidad, sin indignación contra el destino.

-    Nada más mísero que el hombre que, girando sin cesar de un lado a otro, corriéndolo todo, averiguando hasta lo que hay en las entrañas de la tierra e indagando por conjetura los pensamientos y secretos de su prójimo, no ha advertido que bastaba para su felicidad estar atento al espíritu que reside en él y consagrarle un culto sincero.

-    No hagas nada de mala gana, nada perjudicial a la sociedad, nada sin examinarlo de antemano, nada por contradicción. No busques un adorno afectado de palabras para explicar tus pensamientos; no seas amigo de hablar demasiado ni hombre de muchos negocios. Conserva una serenidad inalterable; prescinde de todo socorro exterior, y no esperes obtener el sosiego del alma con ayuda ajena. En una palabra: hay que estar ya en pie, y no levantándose.

-    Acuérdate en adelante, cada vez que algo te entristezca, de recurrir a esta máxima: que la adversidad no es una desgracia; antes bien, el sufrirla con grandeza de ánimo es una dicha.

-    Hay quienes, después de haber hecho un favor a otro, se apresura a pedirle la recíproca. Otros no llegan a eso; pero, en el fondo, consideran como un deudor al favorecido, y tienen siempre en la mente el servicio prestado. Otros, en fin, que hasta parecen ignorar el beneficio hecho, al modo de la vid, que una vez dado su fruto no pretende otra cosa, al igual que el caballo que acabó su carrera, del perro que levantó la caza, de la abeja que fabricó su miel.

-    No te enojes, no te desanimes, no te impacientes si todas tus acciones no siempre responden a buenos principios. ¿Te apartaste acaso de ellos? Vuelve en seguida. Date por satisfecho con que, en general, tus acciones hayan sido dignas de un hombre y ama esa filosofía a la que tornas.

-     A nadie acontece cosa alguna que no sea, por naturaleza, capaz de soportar.

-     El mejor modo de vengar la injuria es no parecerte al que te la infirió.

-    Alejandro de Macedonia y su mozo de mulas vinieron, una vez muertos, a parar en lo mismo.

-    Cuando quieras darte un rato de contento, piensa en las cualidades de los que viven contigo; por ejemplo, en la actividad de éste, en la modestia de aquél otro, en la generosidad de cualquiera de ellos, y así sucesivamente. Nada causa tanta alegría al alma como la imagen de las virtudes que resplandecen en las costumbres de quienes viven con nosotros, cuando se las agrupa, lo mas numerosas posible, ante sí. Ten, pues, siempre presente a tus ojos este cuadro.

-    Acostúmbrate a escuchar con atención lo que te dicen, e intérnate cuanto te sea posible en el alma del que hablare contigo.

-    Lo que no es útil al enjambre, tampoco lo es a la abeja.

-    Hacer mercedes y ser calumniado, es cosa de reyes.

-    El arte de la vida es más semejante al de la lucha que al de la danza, por cuanto tiene uno que estar siempre en guardia y dispuesto a resistir con firmeza ataques repentinos e imprevistos.

-    La perfección de las costumbres consiste en pasar todos nuestros días como si debiesen ser el último, sin agitación, sin indolencia, sin disimulo.

-    Entra hasta el fondo del alma de los demás y deja que los demás entren también hasta el fondo de la tuya.

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