Asociacion de Mayores del Barrio de la Estrella
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Fernando Vilches
Profesor Titular de Lengua Española de la URJC
Entre el importante curriculum del Profesor Vilches, que nos honra con su colaboración en nuestra Gaceta, queremos destacar su doctorado en Filología Hispánica por la Universidad Complutense; Director del Departamento de Lengua Española de la Universidad Rey Juan Carlos; colaborador del Diario "La Razón" y otros medios de comunicación. Asimismo, es autor de varias obras entre las que más difusión ha alcanzado esta "El Menosprecio de la Lengua".
En el siglo XXI, que ya ha dado sus primeros pasitos, aún titubeantes, hemos de reconocer que la expansión delas Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación (conocidas por la sigla TIC) han progresado de tal modo, que hoy se llaman analfabetos a aquellos que esta era digitales ha dejado fuera de su uso. El analfabetismo clásico, no saber leer ni escribir, prácticamente ha pasado, como el sarampión, a mejor vida. De ahí, que muchas personas estén mucho más informadas que antes, bien por los twitter, por los medios de comunicación digitales, blogs o por las enciclopedias que pueblan la Red, que permiten informarse de casi todo desde casa y con enorme comodidad. Otra cosa es si esa información es veraz y adecuada, como hemos visto en multitud de ocasiones, muy recientemente con el grave problema del ébola, donde cada día se pueden leer mensajes en Internet de muertes, contagios y fallos de protocolo que resultan ser sencillamente mentira. La intoxicación informativa es, pues, mucho mayor que antes, pero si sabemos separar el grano dela paja, hemos de convenir que el ciudadano del siglo XXI está mucho mejor informado que hace solo veinte años.
Pero a esa cantidad desinformación, a esa mejora en el acervo cultural de la sociedad, desafortunadamente, no le acompaña una mejor educación de sus miembros. A muchos de nosotros, no incurro en exageración si afirmo que a todos los lectores de esta revista, nos ensenaron a ceder el paso a las personas mayores, a hablar de usted a los desconocidos y, más aún, si eran mayores que nosotros; a saludar cuando se llega a un Lugar, o a contestar al saludo de otras personas. Nos enseñaron que la galantería en los hombres no era machismo, aunque muchas feministas se empeñen ahora en lo contrario. Es cierto que somos iguales ante la ley, que debe existir una autentica igualdad de oportunidades para todos independiente del sexo, raza, religión o condición de cada uno; pero que hombres y mujeres no somos iguales es una evidencia científica, yo diría, que es un truismo.
A un extranjero, le preguntaron cómo eran en su país. Y contestó: "Somos todos muy machos". Y le devolvió la pregunta: ¿Y en el suyo? "Pues en el mío, respondió el aludido, somos a mitad machos y la mitad hembras y lo pasamos mejor". Hay, por tanto, diferencias evidentes que no juegan, ni por asomo, a favor del hombre, por mucho que se empeñen los partidarios de la fuerza bruta como expresión de la inteligencia. Porque el sexo fuerte, queridos lectores es, sin lugar a dudas, la mujer. Si los hombres parieran, la humanidad se hubiera extinguido hace mucho tiempo.
Y, retomando el hilo de este artículo, a muchos de nosotros nos llama la atención la falta de educación imperante en nuestra sociedad. Llegas, por ejemplo, a la parada del autobús y espetas un "buenos días" y el silencio es la respuesta. Te cruzas en la escalera con algún vecino, o por los espacios abiertos de tu urbanización, y la gente mira para otro lado o no contesta simplemente al saludo pertinente. Yo, antes, cuando salía con mi hija de casa, y a atravesaba Los espacios comunes del lugar donde vivo, cuando me ocurría esta situación, decía en voz alta: "Mira hija, qué lástima, una persona sorda". Inmediatamente, la persona aludida, respondía: "Perdone, no soy sordo". "Ah, hija, entonces es un maleducado". Y mi hija, con mejor criterio que yo, me dijo que iba a tener un día algún problema serio con esta actitud, y que yo solo tenía la misión de educarla a ella, no a los vecinos. Y deje de hacerlo.
Hoy, pocas personas ceden el paso en una puerta a una señora o a una persona mayor. En el metro, se ven jóvenes sentados en los vagones y, a su lado, embarazadas o personas mayores (ya no digo mujeres) de pie agarrados a la barra. No se lleva saludar. Tampoco, por ende, escuchar a nuestros mayores porque son un rollo y están pasados de rosca.
Ya que se hacen tantas campañas de seguridad vial, de precaución ante posibles contagios, de respeto a la naturaleza y al entorno ambiental, podrían hacer los gobiernos de España, Los dieciocho, una campaña de reeducación de nuestra sociedad. "Salude, no se corte, solo puede producirse un contagio positivo". "Ceda el asiento alas embarazadas y a las personas mayores, se sentirá rejuvenecido y feliz consigo mismo". "Sea educado, cuesta lo mismo y se mejora la sociedad".
Pero no creo que nadie se gaste el dinero en esas campañas. Aunque, bien mirado, si recuperamos lo que han robado los Bárcena, Gurtel, Pujol, EREs de Andalucía, Tarjetas opacas de Caja Madrid..., daba para invertir en crear puestos de trabajo, para mejorar la red de carreteras, para subir las pensiones decentemente y para una campaña como la que yo propongo.
Pero ¿saben por qué esta gente ha robado tanto? Básicamente, por una falta de educación. Porque la educación, la auténtica, impediría a cualquier sujeto robar un solo euro que no le pertenece. Las consecuencias éticas y morales son consustanciales a una persona educada.