Asociacion de Mayores del Barrio de la Estrella
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Una novela conmovedora, difícil de olvidar, sobre los últimos treinta años de la vida en Euskadi.
El día en que ETA anuncia el abandono de las armas, Bittori se dirige al cementerio para contarle a la tumba de su marido el Txato, asesinado por los terroristas, que ha decidido volver a la casa donde vivieron. ¿Podrá convivir con quienes la acosaron antes y después del atentado que trastocó su vida y la de su familia? ¿Podrá saber quién fue el encapuchado que un día lluvioso mató a su marido, cuando volvía de su empresa de transportes? Por más que llegue a escondidas, la presencia de Bittori alterará la falsa tranquilidad del pueblo, sobre todo de su vecina Miren, amiga íntima en otro tiempo, y madre de Joxe Mari, un terrorista encarcelado y sospechoso de los peores temores de Bittori. ¿Qué pasó entre esas dos mujeres? ¿Qué ha envenenado la vida de sus hijos y sus maridos tan unidos en el pasado? Con sus desgarros disimulados y sus convicciones inquebrantables, con sus heridas y sus valentías, la historia incandescente de sus vidas antes y después del cráter que fue la muerte del Txato, nos habla de la imposibilidad de olvidar y de la necesidad de perdón en una comunidad rota por el fanatismo político.
HISTORIA DE UNA ESCALERA
Antonio Buero Vallejo nació en Guadalajara en 1916. Entre 1926 y 1933 estudió bachillerato en su propia ciudad natal.
Fue militante republicano durante la Guerra Civil española, lo que le hizo pasar por varias cárceles al final de la misma. Finalmente, sale en libertad condicional el año 1946.
En 1949 obtiene el Premio Lope de Vega con Historia de una escalera y, en el mismo año, el Premio de la Asociación de Amigos de los Quintero por su obra de acto único Las palabras en la arena.
En sus primeras obras aparecen superpuestos distintos planos (lo simbólico y lo realista, lo existencial y lo social), que evolucionarán a lo largo de su trayectoria dramática.
La Historia de una escalera, obra escrita en 1949, marcó un hito en el teatro de postguerra. Representa un drama de frustración social, vivido a través de tres generaciones de personajes de clase media baja.
La obra dramática de Buero Vallejo está considerada como la de mayor relieve de la posguerra de España. El autor intenta adquirir conciencia de las realidades psicológicas y sociales en las que se desarrolla la vida del hombre en la época.
Los ambientes representados en la Historia de una escalera vuelven a aparecer en las numerosas obras de Buero Vallejo que la sucedieron, desde La ardiente oscuridad (1950) hasta Las cartas boca abajo (1957), pasando por La tejedora de sueños (1952) o Hoy es fiesta (1955), siempre desarrolladas en estancias de casas muy modestas, sea en su azotea o en su interior.
Después de esa etapa escribe dramas con sentido histórico, como Un soñador para un pueblo (1958) sobre el Marqués de Esquilache, Ministro de Carlos III, o Las Meninas (1960) sobre Velázquez y El sueño de la razón (1970), relativa a Goya.
Siguiendo con el intenso influjo de “lo social” que influye en toda su producción, Buero, en El tragaluz (1967) enfrenta dos mundos paradójicos: el de los vencedores y el de los vencidos. En La llegada de los dioses (1971), vuelve a aparecer la ceguera del protagonista como símbolo de la rebelión contra las injusticias que le rodean. La situación política de fines de los setenta le inspira Jueces en la noche (1979) y con Caimán (1981), vuelve a los planteamientos de su comienzo.
Antonio Buero Vallejo recibió en 1980 el Premio Nacional de Teatro. En 1986, los premios Pablo Iglesias y Cervantes por el conjunto de su obra.
Murió en Madrid en el año 2000.
La Historia de una escalera es una obra donde se analiza la sociedad española de una época, con todas sus injusticias, mentiras y violencias.
El libro está estructurado en tres actos bien diferenciados, en los que van apareciendo y desapareciendo personajes que dialogan y discuten a lo largo del tiempo. Los tres actos van directamente relacionados, con una separación de diez años entre el primero y el segundo, y de veinte el tercero. La permanencia y el desarrollo de algunos de esos personajes da unidad al relato.
El Acto Primero es la presentación de los personajes, con sus características y sus limitaciones. Es la escena del cobrador de la luz y los visibles problemas económicos de la vecindad. Con una excepción: Don Manuel.
En este Acto, Fernando se encuentra con Carmina y le expresa el amor que siente y ha sentido por ella, diciéndole todos los planes de futuro que tenía para ambos. Parecería que una pareja se forma.
El Acto Segundo ocurre diez años después, en los que las cosas han cambiado mucho en el edificio de la escalera y se puede considerar que es el “nudo” de la obra.
Entre otros, ya ha fallecido Don Manuel. Algunas parejas se han casado, y han formado nuevas familias, como Fernando y Elvira, que tienen un bebé. Urbano y Carmina, que se hicieron novios enfrente del casinillo. Y otros como Rosa y Pepe siguen novios, pese a que éste la maltrata a ella. Pero, tal vez debido a estos nuevos emparejamientos, el ambiente entre la gente ha empeorado; ahora se llevan mucho peor y se siente un gran rencor.
El Acto Tercero continúa después de veinte años, en los que han ocurrido muchas cosas, como el envejecimiento de las personas y el fallecimiento de alguna de ellas.
Aparecen nuevos vecinos que se quejan de los antiguos inquilinos y de los dueños del edificio, que los menosprecian por su categoría social. El edificio también ha cambiado: se han renovado los cristales de las ventanas, las paredes están más blancas y hay timbres en las puertas.
Fernando y Elvira ya tienen dos hijos, las escenas se repiten más o menos de la misma manera que en el acto segundo. Además, ocurren otras cosas como, el noviazgo de Fernando (hijo) y Carmina (hija), repitiendo e esta manera la historia de sus padres. Al enterarse éstos, se enfadan y entran en una grave discusión que acaba en reproches y viejos rencores que salen al aire.
Como resumen, se puede decir que la obra refleja la frustración, el desasosiego y la impotencia de una clase trabajadora que no logra salir adelante, aunque haga todos los esfuerzos. También encontramos personajes que encarnan la demagogia y la inmovilidad del sistema, el decir que se va a hacer todo por avanzar pero quedarse en el mismo punto de partida, sin dar ninguna salida a la gran mayoría de la población .
En la escalera del edificio se encuentra, al igual que en la sociedad de posguerra, una mayor parte de personas que viven sin ninguna proyección hacia el futuro, debido a la imposibilidad económica, y una familia que encarna esa mínima parte de la sociedad que tiene medios para progresar.
Los tres actos se desarrollan en la escalera de un pequeño edificio, testigo y reflejo de las diferentes categorías sociales según el piso que ocupa cada cual. Como si fuera el símbolo de una jaula, de la que nadie se puede escapar, la escalera da inmovilidad al futuro de los personajes, que lo único con lo que sueñan es poder salir de esa vecindad para poder cambiar de vida.
Los treinta años en los que transcurre la historia podrían representar la misma época de posguerra en la que la escribe el autor, tras salir de la cárcel en 1946. Una época en la que España se encuentra devastada, tras la Guerra Civil y el principio de autarquía económica que se impone. La mayoría de los protagonistas tienen dificultades económicas y sólo una minoría logra continuar con una vida más holgada.
El ambiente social que se refleja en la obra es el de una España en donde se tiene que trabajar en empleos ocasionales y acumular “trabajillos”. Sólo los que tienen más suerte y logran entrar en el “sistema” consiguen algo más de dinero.
En la obra, el narrador utiliza un lenguaje culto, completamente accesible a todo público mientras, por el contrario, los protagonistas tienen un leguaje muy familiar, a veces, tosco y vulgar. Los diálogos son muy fluidos, y se logra sentir los sentimientos y las características de cada personaje, por su manera de expresarse.