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la sinfonía fantástica (op. 14), de héctor berlioz

La vida y la obra del compositor francés Héctor Berlioz representan, como pocas, el paradigma del artista del siglo XIX con sus obsesiones, romanticismo exacerbado y afán autodestructivo. A finales de los años veinte ya mostraba signos de haberse convertido en una persona un tanto obsesiva. En lo literario se sentía profundamente impresionado por Shakespeare y Goethe, y en lo musical por Weber y Beethoven. En lo personal, especialmente por Harriet Smithson, actriz irlandesa cuyos encantos le llegaron a afectar tanto, que le llevaron a pensar en el suicidio.

Como compositor, Berlioz se dejó seducir, sobre todo, por la obra de Beethoven: “¡Ahora que he escuchado a ese gigante sobrecogedor que es Beethoven, sé dónde se encuentra el arte de la música!”.

En 1829, un año antes de escribir su Sinfonía Fantástica, Berlioz había conseguido unos pequeños ingresos impartiendo clases de guitarra (algo extraño para un compositor principalmente sinfónico), en una escuela para jóvenes damas del Marais.

Ese mismo año, Harriet Smithson se alojó en la misma calle de Berlioz, pero ella no contestó a sus cartas, ni siquiera cuando él se las escribía en inglés. La pasión por esta mujer se acentuó de tal manera que alentó su intención musical. El 19 de febrero de 1830 escribía a su padre: “Apenas puedo soportar este sufrimiento. He hallado un solo modo de satisfacer este enorme apetito de emoción, y es la música. Sin ella, seguramente no podría continuar viviendo”. Es entonces cuando comienza a componer la Sinfonía Fantástica, obra que finalizó en sólo dos meses.

En opinión de algún crítico, estamos ante una obra “desvergonzadamente autobiográfica”, dado que relata las pasiones y el anhelo que afligió a Berlioz desde la niñez y que lo llevó a sus turbulentos estados mentales. El sentimiento reprimido que posibilitó la forma de la sinfonía, era la desesperación. El artista comprende que su amor no tiene esperanza, sueña que mata a su amada y que lo ejecutan. El último movimiento, Sueño de una noche de aquelarre (sabbat), es la pesadilla de la venganza infernal.

De lo que no se tiene la certeza es de si la pasión por la actriz comenzó a debilitarse antes, mientras o después de terminar la sinfonía. Berlioz, descubrió “algunas verdades horribles” de la mano de Camille Moke, una joven pianista que enseñaba en la misma escuela en la que él daba clases de guitarra. Cambió, sólo momentáneamente, la pasión de Harriet Smithson por la de la pianista, hasta el punto de pedirle a su propio padre que autorizase su boda. Camille Moke pudo influir negativamente en el último movimiento de la Sinfonía, una especie de venganza hacia “la amada”, a la que sitúa en una fiesta orgiástica, que vulgariza su condición moral.

El estreno de la Sinfonía Fantástica supuso un acontecimiento para Berlioz y para todo el período romántico, ya que representa un comienzo simbólico que, a partir de entonces, servirá para explicar la estética musical de una buena parte del siglo XIX. Se produce el 5 de diciembre de 1830, en el Conservatorio de París, con Habeneck en la dirección. Entre el público estaba Franz Liszt, que entonces tenía diecinueve años y que pronto sería uno de sus amigos más íntimos. Tras el exitoso estreno se hizo necesario repetir el cuarto movimiento, la Marcha al Cadalso.

Estando en Roma recibe una carta de la madre de Camille Moke, diciéndole que ésta se casaría con su amigo Pleyel, y rogándole que no se suicidara. Con el ánimo de matar a la madre, a la hija y al futuro marido, y suicidarse después en una gran escena dramática, compró un atuendo de doncella para usarlo como disfraz, empuñó dos pistolas de doble cañón, y partió en dirección a París. Pero en Génova vaciló y en Niza, ya recuperado, decide componer Le retour á la vie que se inicia con “Dios, aún estoy vivo” y narra cómo el artista se recobra de un desastroso amor por el poder curativo de la música.

El estado emocional del músico, afectado toda su vida por desórdenes nerviosos, desembocaría en una grave enfermedad intestinal.

En 1833, Berlioz tomó veneno delante de Harriet para ganarse su consentimiento. La boda se celebró en 3 octubre de ese año, pero unos años después se separaron. Más tarde se casaría con Marie Recio, fallecida en 1862.

Tras el estreno en París, la Sinfonía Fantástica fue corregida, y se le añadió la composición antes citada Le retour á la vie. Esta composición completa es la que se subtituló como Episodio de la vida de un artista. La versión completa se estrenó en diciembre de 1832. Entre 1830 y 1855 Berlioz realizó un gran número de cambios en el texto que acompaña a la obra. Finalmente quedaron dos versiones, que acompañan a las dos ediciones de 1845 y de 1855. La obra es indisoluble con el texto escrito por el propio compositor. Según él mismo, “Este programa debe ser distribuido a los asistentes al concierto, como un complemento indispensable para entender el plan dramático de la obra”.

 

La música del Romanticismo surgió como una reivindicación del papel determinante de las emociones del individuo en la configuración de la obra, en detrimento del equilibrio formal entre armonía y melodía, llevado por el Clasicismo a sus más elaboradas manifestaciones. Como fruto de esta apertura formal, la creación musical se aventuró en caminos inexplorados y de tan diversos estilos como múltiples eran las fuentes emocionales de cada uno de los compositores. Si en la época clásica el “contenido” se vertía sobre la “forma” ya establecida, en la época romántica el contenido desvirtúa los medios consensuados de expresión y determina ahora la forma misma de la composición.
 
La Sinfonía fantástica, op. 14: Episodio de la vida de un artista, del compositor francés Héctor Berlioz, adquiere un papel fundacional de la música del Romanticismo; transgrede las normas clásicas de la sinfonía y reconstruye su estructura hasta modelarla según los movimientos de un alma dominada por la pasión amorosa.

 
La Sinfonía fantástica consta de cinco movimientos, en oposición a la división en cuatro propia de la sinfonía clásica:
 
El Primer Movimiento, Sueños y pasiones, introduce una “idea fija”, un tema instrumental recurrente de la composición. En este caso particular, la mujer amada.
 
El Segundo Movimiento, Un baile, representa aquí un vals en el que el artista contempla el movimiento de su amada y la encuentra dotada de una brillantez que ensombrece el recinto en el que ella se encuentra.
 
El Tercer Movimiento, Escena en el campo, contiene un componente bucólico, común a la evocación romántica. Aparecen instrumentos pastoriles, eclipsados por timbales que reproducen truenos y relámpagos.
 
En el Cuarto Movimiento, Marcha al cadalso, un cielo oscuro da entrada a la fantasía del opio en el protagonista, que sueña que ha asesinado a su amada, y que marcha hacia su ejecución.
 
El Quinto Movimiento es el Sueño de una noche de aquelarre (sabbat): el artista sueña que asiste a su propio funeral, en medio de un aquelarre, rodeado de visiones infernales. Su amada se presenta ahora en forma de melodía grotesca, muy diferente del ideal de los movimientos anteriores. S
e cumple la ceremonia fúnebre al son del Dies Irae, que resuena en un contrapunto infernal, superpuesto completamente al tema de la danza.
 
La Sinfonía fantástica es una de las más reconocidas obras de la música programática, que vincula la música a otras manifestaciones culturales, constituyendo así una referencia ilustrativa del Romanticismo.

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