Asociacion de Mayores del Barrio de la Estrella
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Excursión a Almagro y alrededores
A las ocho y media de la mañana del día 28 de Enero, con puntualidad suiza, salimos de Madrid en autocar (lo estrenábamos) con dirección a Las Tablas de Daimiel a donde llegamos, según el horario previsto, a las once horas.
Nos esperaba la guía en el Centro de Visitantes del Parque Nacional, en una de cuyas salas nos hizo una presentación de su historia, de las características más importantes de su flora y su fauna, de la reciente ampliación de su extensión en casi 1.000 hectáreas y, finalmente, nos hizo algunas recomendaciones sobre el recorrido que haríamos a continuación.
La mañana estaba fría y desapacible, con desagradable viento que aumentaba la sensación de baja temperatura, pero tuvimos suerte de que no lloviese durante la visita. La guía nos había elegido la “ruta amarilla o de la Isla del Pan” entre las tres disponibles. Esta ruta, de unos 2.000 metros de longitud, discurre por pasarelas de madera, muy cómodas, que unen varias islas en las que se pueden contemplar la flora (el taray es el árbol más típico del Parque, eneas, carrizos, limonios, etc.) y la fauna (ánade real, pato colorado, garzas, etc., hasta un total de más de 250 especies de aves acuáticas, parte de las cuales utilizan el Parque para invernar). Visitamos la Isla del Pan, con el Bosque de los Tarayes, el Observatorio situado en el punto más alto y la Laguna de Aclimatación de aves. Por la época de año, y especialmente en un día tan frío, la flora del Parque aparecía seca, aunque muy abundante, y la mayor parte de las aves y otros animales estaban ocultos en sus refugios. Merecerá la pena, a buen seguro, repetir la visita en otra época del año, preferiblemente en primavera o verano.
Pasada la una de la tarde nos dirigimos a Almagro donde, después de la recogida de llaves en el Parador y dejar los equipajes, pudimos tener el almuerzo en un restaurante próximo, con un menú que tuvo gran aceptación por parte de todos.
A las cuatro y media, acompañados de nuevo por la guía, iniciamos la visita monumental a la ciudad, declarada en 1972 Conjunto Histórico-Artístico, comenzando por el Claustro Renacentista del Convento de las Monjas Calatravas (hoy Dominicos), Monumento Nacional.
Tras un breve paso por la Plaza Mayor, de original arquitectura y una de las más bellas de España, entramos al Corral de Comedias, del S. XVIII, único en Europa y también Monumento Nacional, donde se nos explicó su evolución histórica y su utilización actual, dedicado al teatro clásico.
Nuevamente a través de la Plaza Mayor, nos dirigimos al Teatro Municipal, de estilo italiano del S. XIX, que ha sufrido diferentes avatares a lo largo de su historia hasta su recuperación, de un estado casi ruinoso, en 1989. A partir de esa fecha es nuevamente dedicado a representaciones teatrales.
De regreso hacia el Parador, donde estábamos alojados, pudimos ver varios palacios con portadas blasonadas de antiguos linajes almagreños y europeos. Entretanto, la temperatura fue bajando e incluso nos cayó algo de aguanieve. Dispusimos de tiempo libre en el que los interesados pudieron comprar algunos recuerdos y productos típicos, hasta la hora de la cena en el Parador.
A las nueve y media del día siguiente, después del desayuno-buffet en el Parador y de dejar las habitaciones, partimos en autocar hacia Villanueva de los Infantes, a donde llegamos a la hora prevista, las diez y media.
Acompañados por un guía, que nos hizo una introducción histórica, visitamos en primer lugar la Iglesia de Santo Domingo, en el Convento del mismo nombre, en el que vivió y murió Quevedo y al que más tarde volveríamos.
De allí pasamos a recorrer las calles más importantes, visitando entre otros edificios históricos la antigua Alhóndiga (hoy Casa de la Cultura), la Casa de los Estudios (en restauración), la casa y el Oratorio de Santo Tomás de Villanueva, donde se nos detallaron diferentes etapas de su vida. Sólo desde el exterior pudimos ver el Hospital del Remedio y la Casa Cuartel de los Caballeros de Santiago.
En la Plaza Mayor entramos a la Iglesia Parroquial de San Andrés, del S. XVI, donde está enterrado Quevedo.- A través de la calle Cervantes, donde se sitúan notables palacios como el de Melgarejo, y casas solariegas como la del Caballero del Verde Gabán, regresamos al Convento de Santo Domingo y accedimos a la celda en la que pasó Quevedo sus últimos días.
A las doce y media salimos en dirección a Ruidera, donde iniciamos el recorrido guiado en la cascada denominada de El Hundimiento, la mayor del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera.
Hicimos una pausa para almorzar en un restaurante dentro de la propia ruta a seguir, y continuamos en autocar hacia las más importantes de las quince lagunas que, a lo largo de veinticinco kilómetros, configuran el Parque. Nos detuvimos, a pesar de que caía un ligero agua-nieve, en algunas de ellas como El Baño de las Mulas y La Tinaja, para observar detalles y tomar fotos. La visita resulta de una singular belleza, digna de que se repita en otra ocasión con mejor clima. En verano, según nos informaron, la población de la zona se incrementa de forma muy notable.
Regresamos a Ruidera para tomar un café y hacer alguna compra de productos típicos y emprendimos el regreso a Madrid hacia las seis de la tarde, para llegar a las ocho y media.
Manuel Carranza.