Midi-Pirineos

Tras una vertiginosa carrera en el AVE llegamos a Zaragoza donde nos esperaba un diligente y siempre servicial Joaquín con su flamante autocar, para trasladarnos a Alquezar. Visitamos allí el castillo y la Colegiata almorzando después en la "Casa de la reina" y ya por la tarde en Ainsa nos ensenaron la iglesia de Santa María y el castillo. Terminamos la primera jornada en el Parador de Bielsa, anclado en unos Pirineos de nevadas cumbres y al que accedimos par una carretera de serpenteantes curvas.

El segundo día de nuestro viaje arribamos a Cahors donde aparte de la ciudad pudimos contemplar el majestuoso y medieval puente Valentre erizado de majestuosas torres; ya por la tarde llegamos a Sarlat donde pernoctamos.

En nuestro tercer día nos hundimos en las cuevas de Padirac para navegar en sus aguas subterráneas y asombrarnos con un paisaje pétreo tachonado de estalactitas y estalagmitas. A más de uno el descenso a aquellas profundidades, heroicamente realizado a pie,  le obsequió con unas desagradables agujetas a la mañana siguiente. Después fuimos a almorzar a Rocamadour, en el restaurante Beau Site, de inolvidable recuerdo tanto por su situación coma por su exquisita cocina. La ciudad está prendida en las majestuosas rocas en tres niveles distintos, las casas sobre el rio, los monasterios sobre las casas y por encima de ellos el castillo. Por la noche y a lomos del Petit-tren contemplamos desde el otro margen del rio la espléndida ciudad iluminada.

A Sarlat al complete le dedicamos el cuarto día. Entrañable ciudad medieval con sus estrechas callejuelas y plazuelas que nos trasladan a aquella remota época de damas y caballeros. Edificios más significativos la catedral, el ayuntamiento y la singular Torre de los muertos. Algunos de nosotros pudimos disfrutar de una cena servida en el marco incomparable de una placita recoleta iluminada por artísticos faroles y rodeada  de nobles palacios.

El quinto día, tras visitar Cordes-sur-ciel con su catedral y puente viejo, llegamos a Albi para degustar una vez más en nuestro almuerzo los afamados patés franceses. Posteriormente en Albi la guía de turismo nos ilustró sobre la catedral de Sainte Cecile y el puente viejo, tiempo libre y llegada a Toulouse, donde fuimos asistidos por unos espontáneos en el arrastre de maletas en la escarpada pendiente que conducía al hotel.

Dedicamos a Toulouse el sexto día de la excursión perdiéndonos en sus calles, visitando la catedral, la iglesia de los jacobinos y el Capitolio donde se suelen celebrar bodas civiles. Disfrutamos por la tarde de los cafés situados en la plaza y del casco antiguo de la gran ciudad, extasiados con las pinturas de Toulouse Lautrec en el museo a él dedicado. ¡Ah!, me olvidaba, seguimos disfrutando inexorablemente de los apetitosos patés franceses.

Ya en el séptimo día llegamos a Carcacassone,  recinto  fuertemente amurallado que alberga en su seno una iglesia, restaurantes, cafés y numerosas tiendas de recuerdos que vaciaron  nuestros  bolsillos.

El ultimo día de excursión, tras un laborioso pero afortunado desvió, por estar cerrado el puerto de Somport al tráfico pesado, llegamos a Zaragoza donde nos esperaba una suculenta comida rociada de buen vino en el restaurante "Los Cabezudos". Por la tarde y antes de tomar de nuevo el AVE, visitamos la Basílica del Pilar donde cantamos a la Virgen y la Seo, esta vez desgraciadamente por fuera. Satisfechos y exhaustos por tantas emociones, regresamos velozmente a Madrid.