A las ocho y media de la mañana del miércoles veinticinco de noviembre de 2015, con la puntualidad ya acostumbrada, partimos del Hotel Colón un grupo de cuarenta y nueve asociados de AMBE, con dirección a Mejorada del Campo, a poco más de veinte kilómetros de Madrid.

Ubicada en la confluencia de los ríos Jarama y Henares, sus orígenes se sitúan en el paleolítico, cuando en ese lugar se establecieron varias colonias. Restos de sílex allí encontrados lo confirman. En el Siglo XII tiene lugar la fundación de Mejorada del Campo, perteneciente al Obispado de Segovia. Un siglo más tarde pasa a llamarse Mejorada del Rey, sometida a la Corona Real por propia autodeterminación.

La primera visita que hicimos en esa población fue a las obras de la conocida como “La Catedral de Justo”, el monumento más destacado de la villa. Es obra de Justo Gallego, un devoto cristiano que ofreció todo lo que tenía para construir un gran templo, a cambio de que la Virgen le curase de una grave enfermedad.

Justo había sido expulsado de la congregación del Monasterio Cisterciense de Santa María de Huerta, en Soria, al haber contraído la tuberculosis. A su curación, cumplió lo prometido iniciando la construcción en 1961, en un terreno de labranza propiedad de su familia. Poco a poco ha ido levantando la edificación por sí solo, dedicándole todo su patrimonio y sin más ayuda que algunas donaciones privadas. No tiene ninguna formación relacionada con la construcción, ni existen planos ni proyecto oficial.

El edificio cuenta con elementos arquitectónicos destacables, pero, aunque es conocida como catedral dedicada a la Virgen del Pilar, no se trata en realidad de un templo, ya que no está consagrado ni es reconocido como tal por la Iglesia.

Lo construido hasta ahora impresiona por sus dimensiones (ocupa casi 5.000 metros cuadrados), tiene una altura de 35 metros desde la base hasta la coronación de la cúpula y está configurada con todos los elementos de una catedral clásica de tres naves, cubiertas por bóvedas de medio cañón. En el ábside se sitúa el altar mayor, de forma circular, y en el centro se alza la cúpula, que en su exterior se puede ver desde mucha distancia.

En las paredes se mantienen huecos para que penetre la luz, cubiertos por vidrieras que representan figuras religiosas, realizadas por el propio Justo.

El sistema de edificación es puramente artesanal, a base de elementos en su mayor parte reciclados o de desecho de constructoras o fábricas de ladrillos y de materiales diversos. Otros, como unos magníficos bancos de madera, han sido donados por visitantes a los que ha impactado la obra. Hay algunos murales del pintor Carlos Romano Silveira, que no continuó su ejecución por discrepancias de criterio con Justo. Al estar la mayor parte de los elementos a medio rematar, pueden verse claramente los detalles de su construcción y los materiales utilizados.

El Museo de Arte Moderno de Nueva York dedicó a la Catedral de Justo, hace algunos años, una exposición fotográfica a esta original obra. La campaña publicitaria de una conocida bebida, en 2005, propició una gran repercusión internacional al difundir también su existencia.

En todo el recorrido por el emplazamiento estuvimos acompañados por la única persona que de forma habitual colabora con Justo Gallego, que nos fue explicando todos los detalles y contestó a nuestras preguntas. El propio Justo, con casi noventa años de edad, pero en magnífico estado de salud, nos saludó al final de la visita.

A continuación, también en Mejorada del Campo, pasamos a la iglesia de la Natividad de Nuestra Señora, en la que se encuentra la Capilla de San Fausto. La iglesia data de 1668 y fue mandada construir por el tercer Señor de Mejorada, Francisco de Heredia y Bazán.

El interior es de una sola nave con sencillo artesonado. En las pechinas aparecen los escudos de armas del primer marqués de Mejorada. El altar mayor cuenta con un cuadro de la Natividad de Nuestra Señora y con un retablo del siglo XVI de San Judas Tadeo.

Casi desapercibida, existe una capilla aneja a la iglesia de la Natividad, que es uno de los mejores ejemplos del barroco en España. Valiosa por su estilo "barroco madrileño", la capilla de San Fausto obtuvo licencia pontificia en noviembre de 1686 y se terminó de construir en 1691, por encargo del segundo Marqués de Mejorada (Pedro Gaetano Fernández del Campo) para guardar las reliquias de San Fausto, heredadas de su padre (primer marqués de Mejorada). La financiación se obtuvo gracias a su victoria frente a las tropas anglo-portuguesas que pretendían ocupar Madrid. La obra fue ejecutada en un tiempo de cinco años por Matías Román, al parecer natural de Mejorada. Aunque la calidad del proyecto hace pensar en planos de algún arquitecto prestigioso italiano.

Fue destinada a oratorio particular, panteón de la familia y custodia de las reliquias del santo. De cruz griega de brazos iguales se levanta sobre pilastras de orden mayor, con arcos también sobre pilastras de orden menor.

En las esquinas achaflanadas se colocan dos pisos de nichos en donde apoyar esculturas (como lo habían hecho Miguel Ángel y Bernini en el Vaticano).

La solución en altura es impresionante: los brazos se convierten en bóvedas de horno que soportan una gran cúpula sobre pechinas.

Los grandes escudos policromados que ocupan las pechinas, y en especial el gran baldaquino central para las reliquias, realizado en Palermo, emplean piedras duras para crear escenas sobre el santo en un ambiente arquitectónico que podría ser italiano.

La Comunidad de Madrid declaró Bien de Interés Cultural en 1986 la capilla de San Fausto, y restauró diversas zonas en 1992.

Finalmente visitamos la iglesia Madre del Rosario, obra del ingeniero uruguayo Eladio Dieste, de estilo moderno y ejemplo interesante de “cerámica armada”.

De Mejorada del Campo pasamos a Nuevo Baztán donde, después de disponer de un escaso tiempo libre, nos dirigimos al Centro de Interpretación del conjunto histórico en el que nos esperaba la guía que iba a acompañarnos en el recorrido previsto.

Nuevo Baztán nació como un complejo industrial, único modelo en su época, a comienzos del siglo XVIII, por impulso del empresario y financiero de origen navarro Juan de Goyeneche. El arquitecto José Benito de Churriguera realizó el ambicioso proyecto de conjugar el carácter señorial del complejo con la actividad industrial. Se dotó a Nuevo Baztán con las más modernas infraestructuras de la época.

La actividad industrial estuvo dedicada inicialmente a la fabricación de uniformes para el ejército, hasta entonces importados, y elementos de lujo para la época, como jabones finos, vidrio, papel, confitería y zapatos.

En su configuración se distinguen la zona noble, con el palacio, la iglesia y las viviendas de los administradores, y la industrial y funcional en la que se ubicaban las viviendas de los operarios.

Nuevo Baztán es Monumento Histórico Artístico desde 1941, Conjunto Histórico Artístico desde 1980 y Bien de Interés Cultural desde el año 2000. La familia Goyeneche tuvo la propiedad hasta los años 80 del siglo pasado, pasando en 1989 a la Comunidad de Madrid.

Nos dividimos en dos grupos por limitaciones de espacio en algunas dependencias, de forma que mientras uno visitaba la iglesia, el otro asistía a la proyección de un interesante audiovisual. Luego nos turnamos en esas actividades, antes de recorrer todos juntos el exterior del palacio y las plazas adyacentes, donde nos fueron explicadas las actividades que allí tenían lugar, tanto productivas como culturales y festivas.

Tras la visita tuvimos la comida en un restaurante típico de la localidad, durante la que tuvimos oportunidad de comentar las experiencias de la jornada hasta ese momento.

Partimos a continuación hacia Loeches, localidad cercana, donde nos esperaba el guía a las cinco de la tarde en la Plaza de la Villa. En ella iniciamos la visita, donde se nos describieron algunos de los edificios que la rodean, entre los que destaca la llamada “Casa de ABC”, fundada por la familia Luca de Tena en el primer tercio del siglo XX.

La historia de Loeches está ligada al Conde-Duque de Olivares, Don Gaspar de Guzmán y Pimentel, que desde su elevado rango en la corte de Felipe IV, tuvo gran interés por esta villa que compró en 1633 a la familia Cárdenas. Si bien su origen se remonta a la época celtibérica, siglos III y IV a.C.

Visitamos en primer lugar la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, del siglo XVI, aunque sólo por el exterior al estar cerrada en aquellos momentos. Está construida en estilo renacentista sobre los restos de otra anterior del siglo XIII. Tiene tres puertas de acceso, cada una con un estilo propio, al haber sido edificadas en distintos períodos. En el año 1984 se realizó una restauración, en la que se encontró una lápida con representación del Calvario de Jesucristo en la Cruz, joya medieval de 1295. Su torre de más de treinta metros de altura le confiere un aspecto imponente.

Pasamos a continuación al Monasterio de la Inmaculada Concepción, del siglo XVII, conocido como Convento de las Dominicas o Convento Grande. Fundado por el Conde-Duque de Olivares, fue declarado Bien de Interés Cultural en 1982. La fachada de estilo barroco es obra de Alonso Carbonell, arquitecto del Palacio del Buen Retiro de Madrid, y en su interior albergó una de las más ricas colecciones de obras pictóricas (Tiziano, Veronés, Rubens ...), tapices y objetos del Siglo de Oro. Durante la invasión francesa sufrió un importante expolio. En el altar mayor de la iglesia, bajo la gran cúpula, figura hoy un fresco de Fernando Calderón, del siglo XX, en el que se retratan componentes de la Casa de Alba, incluido el Conde-Duque. Dice la leyenda que el Conde-Duque, ofendido porque la superiora del Convento de las Carmelitas, situado enfrente, no le permitió la entrada al ser de clausura, le prometió que construiría un edificio que haría la mayor sombra al suyo.

Desde el interior del Monasterio, a través de una reja, se accede al Panteón de los Duques de Alba, mandado construir por Don Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó en 1909. Es obra de Juan Bautista Lázaro y en él destaca, en el centro, el sepulcro de la Condesa de Montijo, hermana de Eugenia, Emperatriz de Francia. También ocupa lugar prominente la sepultura del Conde-Duque de Olivares y su esposa Doña Isabel de Zúñiga. A través de una angosta escalera se accede a la Cripta, que conserva un huesario de antepasados de las Casas de Alba y de Olivares. La oscuridad por la poca luz natural a la hora de la visita, y la falta de iluminación eléctrica adecuada en el Panteón, dificultaron el poder apreciar bien sus detalles.

La última visita en Loeches fue a la iglesia del Monasterio de San Ignacio Mártir, Convento de las Madres Carmelitas Descalzas o Convento Chico, fundado en 1596 por Francisca de Cárdenas. Es una iglesia de estilo barroco en cuya portada se encuentra un frontón curvo con el escudo del Carmelo en el centro. Tiene una sola nave con bóveda de cañón, cúpula en el crucero y ábside semicircular. Contiene cuadros de grandes dimensiones y en el altar mayor un retablo del XVI con bajorrelieve de la última Cena. Tiene el convento una muy valiosa cantidad de reliquias y una biblioteca con libros de gran calidad y antigüedad.

Algunos componentes del grupo pudieron adquirir mermeladas y productos dulces elaborados por las Madres Carmelitas artesanalmente.

Hacia las siete de la tarde, algo antes de la hora prevista inicialmente, tomamos el camino de vuelta a Madrid, después de una jornada intensa y sin incidentes gracias a Dios.

Manuel Carranza