A las nueve de la mañana del miércoles diecinueve de noviembre, con la puntualidad acostumbrada, partimos del Hotel Colón en un magnífico autocar de Pinilla, pilotado en esta ocasión por Miguel.

San Cristóbal, patrón de los automovilistas, quiso que ese día tanto la M-30 como la salida hacia la carretera de Burgos estuviesen menos congestionadas de lo habitual, con lo que ganamos algo de tiempo sobre lo previsto para llegar a Pedraza. Eso nos sirvió para tomar un café y atender otras necesidades, sin muchas prisas, en los locales de la Plaza Mayor, a la que llegamos a través de la Puerta de la Villa, paso obligado para su entrada y salida, después de subir una suave cuesta desde donde pudo dejarnos Miguel.

Hacia las 11:30 iniciamos la visita guiada a la Villa. Adela, la guía, nos describió cada uno de los laterales de esta Plaza Mayor, los orígenes de sus edificios y su uso actual, en los que se ha mantenido cuidadosamente el estilo medieval de sus comienzos. La mayoría son casas nobles que disponen de una amplia terraza en la primera planta, desde la que sus señores podían contemplar los festejos taurinos que se celebraban durante las fiestas en la propia Plaza Mayor.

Destacan en la Plaza Mayor la Iglesia de San Juan Bautista y el actual Ayuntamiento; también una farmacia que conserva en su interior el mobiliario, los utensilios y los recipientes originales. La torre de la iglesia tiene adosado un habitáculo con entrada desde el exterior, en el que, a través de una escalera, se accede a una terraza. Se podían ver desde ella las corridas de toros, no teniendo ninguna otra utilidad, ni siquiera como acceso al templo. Su dueño vivía en una importante mansión en la calle Mayor, desde la no veía la plaza, por lo que se las tuvo que arreglar para que la Iglesia le permitiera construir ese exclusivo postizo a la torre.

Son de destacar los soportales en algunos laterales de la Plaza, formados con columnas de diferentes tipos y de distintas procedencias. Las cubiertas de los edificios suelen ser de tejas, aparentemente invertidas pero que, en realidad, son sólo medias tejas por razones de ahorro.

De la Plaza Mayor pasamos, a través de un estrecho pasadizo, a la Plaza del Ábside, llamada así porque está en la parte trasera de la iglesia.- Tiene forma irregular y en la Edad Media era utilizada para reservar los toros de los festejos.- En esta plaza se encuentra también lo que fue el mercado de la Villa, al que acudían agricultores, artesanos y carniceros a vender sus productos.

A continuación visitamos la Plaza del Ganado, a la que los martes acudían los ganaderos a la feria en la que se hacían los negocios de compraventa de reses, principalmente ovejas merinas. La zona de Pedraza llegó a tener más de tres millones de cabezas de este ganado, y la industria de la lana fue durante mucho tiempo la fuente de riqueza principal, y casi única, de sus pobladores. Aún se mantiene el espacio en el que los ganaderos recogían sus ovejas durante las ferias.

A lo largo de la Calle Mayor, la más señorial de Pedraza, contemplamos casa-palacio muy bien conservadas que mantienen sus antiguos blasones en la fachada y su configuración original casi intacta.

El Ayuntamiento de Pedraza llegó a un acuerdo con las compañías de servicios y actualmente todos los cables eléctricos y de comunicaciones, tuberías, etc., están completamente canalizados y no son visibles, lo que aumenta la sensación de estar contemplando escenarios propios de la Edad Media.

La Calle Mayor nos lleva hasta el impresionante Castillo, actualmente propiedad de la familia del pintor Zuloaga, que luego visitaremos.- En su explanada se encuentra también la iglesia de Santa María, igualmente propiedad de los Zuloaga.

Allí nos hizo la guía un resumen de la Historia de Pedraza y del propio castillo, así como de la defensa de la Villa y de algunas leyendas. Existen restos que denotan asentamientos del siglo IV a.C. y de la época romana, pero sólo hay documentos que reflejan la evolución a partir del siglo XI, cuando la Reconquista alcanzó la Villa. El Duque de Frías, de la familia de Los Velasco, fue nombrado condestable y con él se inició la época de mayor esplendor de Pedraza.

Nos dirigimos luego a la Antigua Cárcel, pasando por la iglesia de Santo Domingo, parcialmente destruida, sede de la Fundación Villa de Pedraza que está haciendo una meritoria labor de recuperación y conservación del patrimonio y por la Comunidad de Villa y Tierra, institución de gran importancia en la época, responsable de la gestión del comercio, los tributos, parte de la Justicia, etc. de la zona.

A la entrada de la Antigua Cárcel terminamos la visita guiada a la Villa e iniciamos la del interior de este edificio que fue barbacana defensiva en sus orígenes, integrada con el arco de la Puerta de la Villa.- La guía, Chelo, nos mostró las mazmorras, la vivienda del carcelero, las celdas de castigo con sus grilletes y otros elementos de tortura que en su conjunto transmiten una idea bastante tétrica de lo que debía ser la vida para los presos que allí recalaban, todos ellos acusados de delitos menores, pequeños robos, peleas o alborotos. Los reos de culpas mayores no se encontraban en esta Cárcel.- El carcelero era el encargado también de cerrar la Puerta de la Villa a determinada hora, de forma que nadie podría más tarde entrar o salir de Pedraza por ningún motivo.

De la Antigua Cárcel volvimos a hacer el camino hasta el Castillo donde el guía Gerardo nos relató en detalle las diferentes etapas de su construcción, desde Los Velasco hasta nuestros días, la época en la que estuvo abandonado y la gente del pueblo se llevaba sus piedras para construir casas, y las reformas más recientes realizadas por los descendientes del pintor Zuloaga. Visitamos las dos salas del interior dedicadas una a exposición de algunas obras del pintor, gran retratista, y otra a aspectos más relacionados con su técnica. Lo hicimos en dos grupos, al ser cincuenta los excursionistas y los espacios algo reducidos.- Visitamos también los jardines del Castillo, muy cuidados.

A la salida del Castillo-Museo nos dirigimos ya al restaurante El Jardín de Pedraza, donde degustamos una excelente comida en la que el plato estrella fue, como no podía ser de otra forma, un delicioso cordero lechal asado al estilo de Segovia.

Terminada la comida, nos dirigimos al autocar para emprender la vuelta a Madrid, pasando antes por la Cueva de los Enebralejos, en la que nuevamente nos dividimos en dos grupos. No todos se atrevieron a pasar al interior, ya que a la entrada hay un pasillo estrecho y con algunos salientes de piedra que, aunque yendo con cuidado no ofrece peligro, causa algo de temor.

Los que entramos pudimos contemplar un magnífico conjunto de estalactitas, estalagmitas, columnas, etc., formados a lo largo de siglos por filtración de agua a través de la tierra caliza y que, por la presencia de diversos metales, adquieren colores naranja, azul y verde, además del blanco de la cal, formando un espectáculo impresionante.- Esta cueva fue descubierta casualmente por unos pastores en el primer tercio del siglo XX, y había sido utilizada por los pobladores de la zona en otros tiempos como lugar de enterramiento.

Quienes no quisieron visitar la cueva pudieron contemplar en el centro de acogida una película sobre temas de prehistoria y arqueología, muy interesante.

Terminada esta visita volvimos al autocar para llegar a Madrid hacia las nueve de la noche como estaba previsto, después de una jornada variada y completa sin ningún tipo de incidencia, a Dios gracias.

Manuel Carranza.